Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

lunes, 12 de abril de 2010

Atributos

Entre brújulas invisibles
como la arena adentro del vidrio
examino las muertes ordinarias
las mías, las ajenas
amaso albatros con la cresta de las olas
en bajamar me elevan con sus alas.
Ensobro las téctonicas llamadas
y las envío hacia la marea establecida
naufragan mis dedos contra el porte de los días.

Saber que la piel tiende hacia el moho
aprieta el ácido hacia el pecho
pero no transpiran las edades.
Ya mastiqué los pasos de la pena.

El delirio quemó las cabrunas moras
abrió las puertas a un sentido:
no hay olivo para las derrotas
no hay baúl para el tesoro del pirata.

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