Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

martes, 7 de septiembre de 2010

Las consonantes de la primavera

Tironeado entre las fauces de los tigres
de tanto rascar metales
de tanto poner parlantes
y amplificar la voz oculta
resalta de inmediato este bosquejo
donde mi amor se prescribe perenne a tus inviernos
y mantiene su contrato sin garantes ni inquilinos.
Las ventanas abiertas al atlántico
con el corazón más lúcido que nunca
dejan la llave en las manos del primer curioso
que asoma por la esquina.
Decido todo el tiempo
con tu cara en la mochila
habitar un sol que no ceda
al rigor de las estaciones.

3 comentarios:

  1. Que hermoso poema Ceci...siempre ventanas abiertas más allá de las estaciones.
    Besos!

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  2. gracias let!! me alegra q te guste!! =D
    la idea es abrir las ventanas, oh, si, oh si!!
    besos, gracias por pasar y comentar!

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  3. Si..es muy power ese final, me llena: "habitar el sol que no cede/ al rigor de las estaciones".

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