Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

jueves, 14 de abril de 2011

a veces los autos no pasan

caballerito
fue una tarde productiva 
aunque a vos no te lo hubiera parecido
a veces los autos no pasan
amo el silbido del viento desierto
sentir la helada piel de la botella cuando suda
un perro mira la basura con cara de miedo
frio el haz de luz que lo ilumina
las hojas colectivas señuelas de otro viaje
no respetan el semáforo de invierno
cuando llegás a aquella esquina
si pasar es paralelo a la caida
el cementerio de dolores alquila una pelicula nueva
una mano tiene las puertas de la alacena abiertas
la otra, aunque muerde sus uñas por cerrarlas
las deja
esperar la pasarela
el cambio del sentido.

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