click click clik
insisto, y apago y enciendo
aunque veo el encendedor con la lengua azulroja.
el ssssssssssssshhhhsh anuncia la corriente de gas
fluye desde algún lugar
hasta llenarme los ojos de lágrimas.
Abro aún mas la perilla
pero no habrá manera
de encender la llama
si giro la llave de la hornalla de adelante
y acerco el fuego a la hornalla de atrás.
Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede
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