Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

martes, 14 de junio de 2011

el desabastecimiento del mundo en mi

floto como si fuera un globo.

Entonces
me da por confrontar

la mano que calienta mi panza
contra
las rejas que me atrapan y destrozan.
Del centro de la muerte
salgo con la ayuda de la dulce mano tibia 

que encauza mi vientre helado

No me muestren el cielo afeitado después de cada desayuno
ni me indiquen la camisa bien planchada de los ángeles
si hay un hombre con piel que huele ronco
como mil leguas caídas y levantadas
del asfalto
si un silencio es compartido entre los mates
quietud aprendida de antes de esta vida
si el verano acompaña
al invierno por un día
todo sobra, todo excede
hasta un moño rojo ensuciaría este regalo

inesperadamente dado por las circunstancias.

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