Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

martes, 2 de agosto de 2011

La necesidad de la poda

Veo en el trasfondo del patio 
los vampiros incapaces de dar frutos

Esos cuerpos maduran al amor de la tierra
retoñan como alientos frescos 
magníficos dispuestos a recorrer la vida 
sólo si una ruedita rosa asegura
la estabilidad de la azul bicicleta


Entiendo la necesidad de la poda
recortar peques fijadas a la madre

¿Daremos flores en alguna primavera?

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