Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

domingo, 28 de agosto de 2011

Herramientas

Bien calibrados despues de tanto uso
el pluviómetro que marca lo que empapa el deseo
la báscula para saber cuanto pesa el afecto
el barómetro calcula la atmósfera de una noche

Nunca descuido el centímetro de costurerita
o el metro de carpintero
listos para medir cercanías

pero cuando llega el cuerpo al territorio
arrasa todas las marcas
un negro hermoso.

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