Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

lunes, 8 de agosto de 2011

Abri la caja de mi madre desde abajo

Creó un chal con puntos de culpa 
por algunos abandonos anteriores. 
El hilo alegre y afectado aún, 
tejido con ese extraño punto
colorea los cuerpos que recubre.
Llegó hasta mi en una caja.

Cuando la llamé 
fascinada por la presencia dulce
me enteré que había intencionado un orden 
primero las palabras documentadas
luego una manta de viaje y recién 
al último el echarpe 
que yo estaba esperando.


Pero su orden de cosas fue movido
su intencion desajustada una vez mas:
yo abri la caja de mi madre desde abajo.


Esta vez pudimos reirnos las dos. 
El hilo no se corta
por mas que a veces abandonemos el tejido.

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