Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

lunes, 15 de agosto de 2011

Naufragios


Un cuervo blandió sus alas muertas.
Primera señal.
Los secretos de las valvas tropiezan con el viento.
Segunda señal.
Las algas vencidas gimen al ser penetradas por las sombras. 
Tercera señal.
La mortaja de las dunas acaricia las bahías.
Ultima señal

Ausentes de timón, encadenados a las anclas
surge una escuadra de barcos cegados
que jamás han navegado.
Los completan la ausencia y el destierro.

A babor, otros despojos mordisquean los navíos.
En los mástiles erguidos ondea una bandera,
trapo inútil para navegar tormentas
diluyen el camino hacia el buen puerto.

Lo sabemos. No se lo diremos a ella.
La que busca todos los días en la arena.
La que escribe
“arrásame las escolleras”. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario