Un cuervo blandió sus alas muertas.
Primera señal.
Los secretos de las valvas tropiezan con el viento.
Segunda señal.
Las algas vencidas gimen al ser penetradas por las sombras.
Tercera señal.
La mortaja de las dunas acaricia las bahías.
Ultima señal
Ausentes de timón, encadenados a las anclas
surge una escuadra de barcos cegados
que jamás han navegado.
Los completan la ausencia y el destierro.
A babor, otros despojos mordisquean los navíos.
En los mástiles erguidos ondea una bandera,
trapo inútil para navegar tormentas
diluyen el camino hacia el buen puerto.
Lo sabemos. No se lo diremos a ella.
La que busca todos los días en la arena.
La que escribe
“arrásame las escolleras”.
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