Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

lunes, 10 de mayo de 2010

Ciruela

¿Pensaré en sacudirme un rato,
en salpicar a la gente?
¿Por qué no saldré
a jugar un poco al basquet
a buscar un amor compañero
a bailar hasta que cruja la tierra?
¡Si soy más de cancha que de teatro!

Debe ser por que vibro como mil arpas
- de verdad, tiemblo entera -
la ficción resuena como en una cañada:
cuando el desapego vuela
me suelta desde el risco más alto del Aconcagua,
las risas hermosas de los buenos actores
me acompañan en la inocencia

aunque descubro una sopa en la mosca
de los malabarismos ajenos
con su juego de guiños.
Reconozco el código:
los efectos especiales
niegan
y lo especial de mis afectos
matan.

Compruebo otras marcas feroces del cuerpo.
Me atormenta la cintura y la espalda
si no espero nada
pretendo demasiado del cine.
En el acto complejo de cerrar la puerta
es mas temprano que antes
mis piernas necesitan muletas.

En la calle una niña terminó una ciruela.
La miro curiosa
tiene un sol y mi boca.
En los 20 cm del cantero de un árbol
su concentrado ceño fruncido
está sembrando el carozo.

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