Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

martes, 25 de mayo de 2010

Oficio de Riesgo

La serie de terremotos de hombros 
separó el chaleco del cuello. 
Cristal y acero me sostuvieron 
durante los peores años.
Con el ácido de las emociones 
carcomí las paredes 
las manos sintieron los cierres 
desnudé los precintos 
a golpes de palabras.


Quise entonces de cotidiano oficio
desatar las correas del pecho.

Hoy me acomodo el pelo 
pienso en algo fresco 
hace calor aún con el chaleco abierto 
veo una sombrita amarilla
reconozco su figura 
permito que se acerque 
la analizo, vieja precaución de la calle 
y pienso: todo tranquilo, es de la manada. 

y de repente, a quemarropa 
eso si, de frente, dispara 
hiere como la huida de tu amor 
cuando se iba apurado, apurada 
por que querías contarle 
tus proyectos de vida. 
Las balas de salva 
cuando entran en mi piel
son pólvora y fuego 
me destrozan el pecho 
y el estómago. 

En el piso 
un bollito de carne 
y emoción atenazada.
El agua salada diluye el rojo 
y va pintando otra muerte. 

Mientras mi jauría cuida mis heridas
observo que entierran un cuerpo 
en el cementerio de los pavos 
reales o virtuales.

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