Desafío sostenido por la metáfora del viento
revelación encortinada
en la artimaña del lenguaje directo
fuegos artificiales
no toleran la materia verdadera
si los cerca el fuego, la tierra, el agua
demuestran sus efímeros dobleces.
Solo funcionan
en la volatilidad del aire
en ése instante de gloria
su belleza nos demuele.
Luego
otra vez nace
esa sustancia tan leve
el vacio.
Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede
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