Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

domingo, 9 de mayo de 2010

Un nacimiento

Un hombre
de perfecto rostro
sobre su amplio pecho
con sabiduría entrecana
montada en triciclo
ha movido mi habla.

Después de otras lágrimas
y más sudor
mi agradecimiento:
he nacido al decir.

2 comentarios:

  1. No se etiquete así... no es malo. Si seguramente muy suyo. Bello Cecilia.

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  2. ¡Gracias, Leticia!Tiene razon, es muy mio...podría darle unas cuantas vueltitas de corrección, de laburo sobre el texto... son una opción las desnucedes de estas partes...
    ¡un abrazo!

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