Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

domingo, 13 de marzo de 2011

Preparar el canto para que nadie lo escuche

La casa de mis padres me queda corta de pasillos
los vidrios no pudieron soportarlo, cuelgan de las venas
mis muñecas al aire, descubren el miedo plástico del sitio
en las rejas, una espuma roja antes blanca de pastilla
“escupí, hija de puta, escupí” pero no salía nada
es que esta casa me sobra gigante, del comedor y la panza
pequeños, mis recuerdos desde la sisa ventral de mi madre
dice que “no sabía nada”, que recorría, angustia, tras su hermana
¿donde estas, dónde?, ¿estás?
acá, en la comisaría
acá, si, en la carcel,
¡vení a verme! acá, acá, acá
me doy media vuelta y me alcanzo un patio
de tobillos verdes, los zarcillos de la parra
avanzaron, bajo la pared poderosa la parrilla
chispeaba los gestos, de la carne
ya casi curada, acomodarle el vestido y las heridas
recién llegadas, a esa brasa con los labios partidos
- no pude, no pude, no pude...
- sssh, no te preocupés, ahora dormí
 ¿querés q te cante? dormite, dale...


Canta la habitación
antigua, convoca un sigilo de ladrillos
vivir sin saber que color del vecino suena más bonito
hoy, los hombres rociados con glifosato
los muros me quedan entallados, a ellas les quedaban bajos
hoy, la tortura de las mineras a la tierra
silencio de tejas al lado mismo, ahí, acá, junto
hoy, Luciano Arruga el manto del olvido
el cimiento del futuro carece de hilo sin presente
hoy, silencio originario, Mariano Ferreyra,
acusan ahora aquellos que todavía miran
desaparecido lopez y perez y garcía y...
no soy yo, sos vos, ¿no me ves ahora?
no soy yo, sos vos, ¿Cuándo dejaste de oirme?
no soy yo, no, no soy yo
los policías balean la portación de cara
sigo camino en mi casa, sigo, derecho hacia mi espejo
pobre, negro laburante, ¿aborrecido?
creí destapar de memoria la potencia
los desaparecidos del presente me cantan, aparecidos


los dientes del viejo pedro, aparecidos desaparecidos
el viejo pedro se moría de risa, se moria
a veces, entre risas nos contaba a los compañeros
jóvenes, las “cagadas a palos”, las bromas
pesadas las peñas, de la escuela
de resistir en esa mierda
nunca jamás contó el horror de la tortura
a veces, hacía un dueto, la pepa tampoco habló
de la picana, contó
en devoto teníamos un coro clandestino
que las guardias no debían escuchar:
ensayábamos en el baño
cantaban para que no las escucharan
en la alegría del conjunto, con las otras
el silencio organizado en canto, rompía ventanas
si el submarino militar atacaba el hilo
de la vida digna, peleaba lo humano.
la hermana de mi madre, canta, libre
juega al solitario del presente,
detestaba jugar sola a las cartas
pero el mismo viejo submarino militar
está quemando ahora
hoy, una por una
sus neuronas, crea en su cabeza
un nido de idiotez y muerte

pero todavía pelea la hermana de mi madre mediante el solitario
el viejo pedro sin dientes muerde en la pelea organizada
y la pepa continúa su cantar colectivo.

La casa de mis padres buscó encorsetar mi rebeldía
aquietarme en el espejo del maniquí derruído
pero apretó también el botón desde donde nacería su derrota
el redoble de gargantas ha estallado las costuras
BASTA DE MIEDO BASTA
tijereteo azoteas, descoso zócalos
demolería con la voz hasta el proyecto del talle
pero no puedo sola
salgo, intento: corro a buscar el coro
del que no escuchen nuestro canto.


a mi madre y mi tía
pese a/por
las diferencias

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