Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

jueves, 4 de noviembre de 2010

¡arruinaste mi vida!

como las manos maternas que alejan mosquitos del bebé
espantar con tierno cuidado
las marcas venenosas de la piel

dejar ir la condición de inexorable
cada unx decide si sus escombros 
serán rentables turísticamente
o no.

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