Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

sábado, 20 de noviembre de 2010

De los pliegues: Verde

Desplegar el verde
ese rectángulo perfecto de sonidos ordenados
como los ladrillos
que esperan una mano para ser pared
el verde intenta sandwich en el universo
para alimentar los sueños
rojos, azules, amarillos




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