Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

domingo, 7 de noviembre de 2010

Creencias

No soy tu templo
la religion de tu ego
ha perdido un altar aquí

escéptica y pagana 
hasta de mi
hoy vuelvo a descubrir
mi éxtasis


¡Aleluya!

2 comentarios: