La ultima vez que pasó necesité babear un parquet cálido, el de santi. Como buen amigo toleró mi diluvio sin ofuscarse (¡raro en un varón!) mientras pasaba música dicequeconsoladora y, según yo, dejaba caer alguna lágrima calculo que en concepto de solidaridad con mi angustia y dolor por el amor perdido. no se que cantidad de alcohol consumimos esa noche. Me ofreció su oído y un colchón: aún cuando dejé de expulsar fluidos mas materiales continué ingresando líquidos espirituosos hasta que no tuve manera de caminar. La resaca mengua la ausencia, solíamos decir. O por lo menos, confunde el dolor del corazón entre los mas materiales del estómago y la cabeza.
No diré que mi entera felicidad dependía de él, pero si puedo decir con certeza que a esa remanida palabrita le faltarán letras por bastante tiempo.
Se de la soberbia, de la fugacidad, de la facilidad para dispersarme, de la urgencia por irme. Pero deslizandome desde una mano dulce quise mudarme y construir. He dejado, me han dejado. Cosas que pasan. Por eso lloro esta actual necesidad de quedarme.
Aunque me consuelo creyendo que estoy mas grande. Quiero convencerme de que soy más madura. De que elaboro mis duelos de manera mas productiva, por que direcciono la energía bestial que siempre usé para autodestuirme en otros proyectos. Con el viejo amigo santi y demás compinches habremos de generar varias actividades. No veremos un centavo de ellas, pero su valor para mi pasará por la satisfacción que me genera la explosividad emotiva. Desbordaré ahí.
Tambien cierro puertas entreabiertas. Ya he atravesado esos pórticos, no, pierden significación. Lo he disfrutado muchísimo, la araña del deseo picando todo el vientre, hasta dormir exhausta sobre la tela rociada de placer consumado. Pero cuando desperté con un olor en mi cuerpo distinto al suyo extrañé al infinito su abrazo: el destierro del territorio único se consolidó en esos momentos en un fulminante exilio-de-mi.
La medida de su ausencia tiene pliegues innombrables. Han dicho: esta habitacion no existe, por que ella no la ha visto. Puedo suscribirlo: mi mundo ha perdido sensibilidad por que él no amasa con sus dedos este barro. Nada tiene entidad si no es a través de su piel.
La alegría, la sensacion de estar entera colisiona con las carcajadas de las parejas abrazadas en la calle. Contundente: así de feroz ha sido mi entrega.
Con él la llama suave de los dias. Yo, una sola, envuelta en sus brazos.
La desazón me pertenece. Huelo el desgarro cuando nada en la espalda, me afirmo en sus columnas incandescentes.
Quieta, entonces, a cal y canto. Sigo adelante.
Existe un cuerpo que diluye la memoria, pero es inutil la distensión cuando otra materialidad no se resigna al olvido.
No diré que mi entera felicidad dependía de él, pero si puedo decir con certeza que a esa remanida palabrita le faltarán letras por bastante tiempo.
Se de la soberbia, de la fugacidad, de la facilidad para dispersarme, de la urgencia por irme. Pero deslizandome desde una mano dulce quise mudarme y construir. He dejado, me han dejado. Cosas que pasan. Por eso lloro esta actual necesidad de quedarme.
Aunque me consuelo creyendo que estoy mas grande. Quiero convencerme de que soy más madura. De que elaboro mis duelos de manera mas productiva, por que direcciono la energía bestial que siempre usé para autodestuirme en otros proyectos. Con el viejo amigo santi y demás compinches habremos de generar varias actividades. No veremos un centavo de ellas, pero su valor para mi pasará por la satisfacción que me genera la explosividad emotiva. Desbordaré ahí.
Tambien cierro puertas entreabiertas. Ya he atravesado esos pórticos, no, pierden significación. Lo he disfrutado muchísimo, la araña del deseo picando todo el vientre, hasta dormir exhausta sobre la tela rociada de placer consumado. Pero cuando desperté con un olor en mi cuerpo distinto al suyo extrañé al infinito su abrazo: el destierro del territorio único se consolidó en esos momentos en un fulminante exilio-de-mi.
La medida de su ausencia tiene pliegues innombrables. Han dicho: esta habitacion no existe, por que ella no la ha visto. Puedo suscribirlo: mi mundo ha perdido sensibilidad por que él no amasa con sus dedos este barro. Nada tiene entidad si no es a través de su piel.
La alegría, la sensacion de estar entera colisiona con las carcajadas de las parejas abrazadas en la calle. Contundente: así de feroz ha sido mi entrega.
Con él la llama suave de los dias. Yo, una sola, envuelta en sus brazos.
La desazón me pertenece. Huelo el desgarro cuando nada en la espalda, me afirmo en sus columnas incandescentes.
Quieta, entonces, a cal y canto. Sigo adelante.
Existe un cuerpo que diluye la memoria, pero es inutil la distensión cuando otra materialidad no se resigna al olvido.
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