Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

jueves, 28 de julio de 2011

la revolución de los aquietados

A leer se aprende
leyendo la revolución de los aquietados

Una cosa trae la otra
hombre de cuya muerte fue digno candidato
por olvidar los nuevos tiempos
y negocios y promesas

entrevistos los lugares que suenan como una madrugada

¿quién escuchará cuando el rayo transgreda sus propias reglas,
el rincón de cielo orquestado según el imperio de las botellas vacías
el patio conjurado como gloria?

no importa si el asfalto desafina
o si las baldosas han cortado una cuerda de sus canaletas:
la revolución es el mejor ritmo que se trae en la sangre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario