Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

domingo, 3 de julio de 2011

Ancas de rana al horno

No sabía del arte de tirar pañuelos
Para que el príncipe se de por aludido
Y haga de mi culo su pito
No dejaba zapatitos de cristal
¡si uso siempre zapatillas!

Pero reconozco mi rodilla princesa

que cuando escucha un croar progresista
corre al estanque
a arrodillarse ante el verde
o tira un trozo de tela
un rastro simbólico en la noche.

Cuando el anfibio se da aires de monarca

en mi reino de una plaza
lo invito a cenar.
Ocupa un rol protagónico:
es la estrella principal del plato.

2 comentarios:

  1. ¡Jajaja, no lo evite, princesa de zapatillas! Que rana-progre u obrero, cuando se trata de hombres, no hay mucha diferencia. ¡Tire el trapito, las zapas y el corsé mientras le dure hecho príncipe, que demasiado rápido vuelven a ser batracio algunos! (estoy de humor, ¿se nota?)

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  2. ja. estas de humorrrrrrrrrr!!! estos muchachitos, ai, estos muchachitos... pero ¡son tan hermosos, que qué le vamos a hacer! :)

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