Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

lunes, 18 de julio de 2011

Una Estela

Salgo a la calle vestida con mi sangre.
(Die Hamletmaschine, Heiner Müller)

Harapos salados enrojecen el viento
¡Desnuda soy!

Del hilo blanco en los labios rotos nació el regazo
¡Está desnuda!

La aurora abandona su estrépito incandescente
¡Y cuán desnuda es!

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