Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

domingo, 12 de diciembre de 2010

Juego con 11 (es lo que hay )

cuando entran
por el tunel 
de lo imaginario
desde el banco 
de las necesidades ajenas
extrañas jugadoras 
con mi camiseta


roja. roja. roja. 


Juego mi partido 
de la seducción
con mis dolientes y soñantes
mis 11 más reales.

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