Muros
Sin consideración, sin piedad, sin vergüenza
han construido grandes y altos muros en torno a mí.
Y ahora estoy sentado aquí, desesperando.
no pienso en nada más: este destino roe mi mente;
pues tenía mucho que hacer afuera.
¿Y por qué no los vi cuando levantaban los muros?
¿Y por qué no los vi cuando levantaban los muros?
Pero nunca escuché el ruido o sonido de los constructores.
Imperceptiblemente me encerraron, fuera del mundo.
Imperceptiblemente me encerraron, fuera del mundo.
Konstantin Kavafis.
LAS PAREDES
después de que anduviste un rato por los bares
bebiendo
volviendo a tu habitación con una
gorda
haciéndolo
durmiendo
para despertarte a la mañana
y encontrar que tu billetera no está
otra vez.
no hay trabajo
no hay comida
no hay alquiler
sólo una resaca y
las paredes oscuras y peladas.
después de que anduviste un rato por los bares
llevas tu billetera en el bolsillo de adelante
llevas una navaja
llevas la mayoría de tus billetes
en tu zapato.
vas al cajero a hacer una extracción.
se te hace tan carne que
aún cuando te vas de tu habitación
solo
automáticamente escondes
tu billetera y tu dinero
y al despertar
te pasas horas
buscando...
se te hace tan carne
que a menudo cuando estás bebiendo con
una mujer en la que confiás
una que está viviendo con vos
te despertás para decirle
"mierda, no puedo encontrar mi
billetera".
"ahora sabés que está acá", dice ella,
"solamente la escondiste en algún lado".
y después de algunas horas
la encontrás.
en los viejos días
hubo algunos momentos extraños:
una vez, entrando en la biblioteca
para devolver algunos libros
paraste a la bibliotecaria justo
cuando se los estaba llevando:
"un momento por favor..."
(viste un filo de verde)
y abriste el libro y
sacaste 3 de veinte y
uno de diez.
otra vez
en una pensión de Texas
después de una noche de feroz borrachera
a la mañana siguiente
encontraste tu billetera
pero no el dinero.
debías el alquiler
y le dijiste al adueña de la pensión que habías
perdido tu dinero en algún lado...
volviendo después de un triste paseo
por las calles
la dueña de la pensión te encontró
tenía un puñado de verde y dijo,
"Sr. Chinaski. estaba pasando la aspiradora
en su habitación y de repente se atoró,
saqué la bolsa
y ahí estaba..."
una honesta y adorable dama.
afortunadamente, después de eso, encontré más
honestas y adorables damas
algunas que incluso pusieron dinero en
mi billetera
así que no soy un misógino,
sólo perdí doscientos o trescientos dólares,
pero tengo especiales reservas
sobre esas gordas de las calles
porque creo que el más desagradable
de los crímenes es cuando
el pobre roba al pobre
y después de charlar y beber y
reír y hacer el amor
uno deja al otro
roto y con resaca
para que se despierte así
en alguna ciudad extraña
solo
entre negras y
desnudas paredes.
Charles Bukowski
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