Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

jueves, 23 de diciembre de 2010

un regalo

no doy cheques en blanco
ni los espero
el mortero de las letras
racionaliza el gemido 
que busca tu cuerpo
piedra digna de mejor causa
que estas causas cobardes 
pobladoras de cruces 
de mi cementerio


no sé cómo pronunciar tu apellido
no sabés mi segundo nombre
la ilusión son los ojos callejeros
del perro sentado en la puerta 
que al mirar al camarero 
sacar la basura
espera el hueso flaco
del talón de aquiles


de mis talonarios y bancos
antecesores de hastíos 
me lastimo en porciones
y rearmo la red que me evade 
del espanto
llorando 


yo no se pronunciar tu apellido
quizás jamás pueda hacerlo
pero a pesar del libro diario
el cotidiano olor a desinfectante
y este desconocimiento


pasé cuatro horas cortando papeles
para hacerte un regalo.

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