Me cago en dios, en vos, en los caminos
en mí, en los destinos,
de nuevo en mí
en la concha de mi madre
por haberme parido
y en mi madre entera
dos veces madre,
por haber venido a ser puntal en este estío.
Por que sí, sobreviví
trasquilada, tuerta, renga, desalmada
babeante, insomne, vagabunda
errante en los sentidos,
miserable de tu amor,
un letrado harapo enmohecido.
En estos logaritmos soy todo lo que resta.
Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede
valiente grito, poema valiente. Y me encanta la foto de portada. Besos.
ResponderEliminargracias por tus palabras, gracias por pasar!
ResponderEliminarella te manda un abrazo.