Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

viernes, 8 de octubre de 2010

Niña Rota


La fascinación de una niña
jugó más que la infancia
arrodillada en la arena.

Recorrió con su lengua
la palpitación de las tardes
primer sujeto del espanto.

Señuela de la vida
no soñó el violeta espectro.

La niña rota
con aroma a copos sucios
ha recorrido con los ángeles
algún camino del olvido.

Pero ¡ay, niña mía!
perfuma todavía
ciertas escenas cotidianas
ella
la que supura bambalinas.

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