Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

domingo, 24 de octubre de 2010

Reconocé este sudor


  uñas secas hasta el tuetano gruñen cera y lustrador
bajo soles de montañas
entonces el brillo es un reflejo de la chapa o el parquet
verde de moho como la flecha olvidada por el rubito aquel
-el de las alas-
un pene un papel un aullido de cebolla en madrugada
nada replegada del yo ausente
el muerto, la muerta muerte

pero tu llegada inunda las entrañas
espumas mareadas del sur de aquel juego
y encarna esta fantasma

y reluce de nuevo esta casa abandonada
 
hoy, querido,
bienvenido, ah, bienvenido
tan cerca mío,
que
el solo miedo al otro
el miedo otro solo
solo, el otro miedo
cede su sudor.

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