Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

lunes, 18 de octubre de 2010

planchar camisas de once varas


 recorrido el tiempo en detalle busco almidonar arenas movedizas no siempre sale lavar aguas profundas pero hay casas antes derrumbadas ahora limpias de escombros rojas manzanas verdes plazas calles plenas baldios sin yuyos arregla el condominio el tráfico emotivo no siempre lo permite esto se siente como el final de truman muchas veces los quehaceres domésticos devuelven salvajismo hojas aguijón miel pero salí a la autopista y era del sur más cerrado no veo las líneas que eviten el choque camión contra suelo árbol o enajenado tope con un cuerpo estrellado tampoco mas sangre derramada por que no será negociada los gestos se pierden en campo cansado soy miope no veo cuando cae la niebla silencio no entiendo no veo y murmuro motores aprieto el embrage pero no puedo ¡ay, no me sale! meter ningun cambio ¿está prohibido estacionar o detenerse? Habré de ponerme la señal E tachada porque esta vez no volveré callada a la aldea.

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