Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

viernes, 22 de octubre de 2010

Humildes Palabras

A Samuel.
Que amamos cualquier vida
o lloramos cualquier muerte
éso, es mentira:
la sangre es parte de los partos
se llama justicia la violencia del obrero.
No lloramos, compañero, a un genocida
a un traidor, a un explotador que por fin muere.
(ojalá matado).
Por eso, compañerito que te fuiste,
sí llora Córdoba tu triste ausencia.
Postrer homenaje, compañero:
el cielo fusila ante tu muerte.

2 comentarios:

  1. Dulce, dulce dolor-reconocimiento bien a ras de tierra. Su vida, que valia mas que toda bandera, bien llorada Ceci. Un tesoro lo tuyo

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  2. esto lo escribí cuando murió Samuel.
    Viajaban en auto rumbo a córdoba. Unas camionetas que venían haciendo picadas se los llevaron por delante. Terrible.

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